jueves, enero 20, 2005

4 x 4 x 4

Tumb tumb buhuhub hiperoxigenación

Sin remedio, hijo mio ¡vomita! No hay remedio
Federico García Lorca

Pasos desalineados que van pasando uno tras otro; trastabillándose: el perfume de los cabellos adormecidos, las piernas, la lengua arrastrando, apestando a licor, cerveza, ron y hasta mezcal. Lo de siempre. Todo mundo había observado, escudriñado, como poco a poco la intoxicación subía y el nivel de alcohol en el torrente sanguíneo, al correr, untaba su veneno por células, enzimas, protoplasmas y lisosomas, junto con el aparato de Golgi, brincaban por ahí en medio de la embriaguez dionisíaca.

La gente panzona piensa que podría someter a su gusto nuestro consumo, no sois más que un orgullo mentido por las tinieblas, usadas, entretejiéndose unas a otras con todas las mentiras que circunscribían la reunión desde que los invitados llegaron. Sencillamente nadie podía creer que lo hubieran hecho; algunos no sólo se pellizcaron para despertar del posible sueño sino que tocaron las ropas, barbas y demás artefactos que llevaran encima comprobando, hasta entonces, lo que veían sus ojos. Pasaron el umbral de la puerta como cuando eran mortales y por momentos parecían desvanecerse entre los rayos iridiscentes que se proyectaban sobre ellos a través de un pequeño vitral colocado en la pantalla de la lámpara, situada estratégicamente en el centro de la habitación.

Calada en un lustroso vestido azul rey, recorría por las esquinas triste, meditabunda, de los oros desnudos fustigando el espacio carmesí en sus labios, por supuesto, mordida tras mordida roía delicadamente aquello que siempre se desea besar. La colectividad aprovechaba el tiempo y su distracción para sexar visualmente con la inocente presa, que inconsciente de ser devorada transmitía hormonas por cada uno de sus poros: tal vez estaba triste por la escena y deseaba estar en los brazos del que salió tras tras tras tabillándose, dejándola no sólo a ella, sino a toda la concurrencia: él debía haber sido consciente de que era el anfitrión y no debía beber de esa manera, ahora ¿quién pondrá orden?


Avergonzados todos, incluso levemente culpables, una atmósfera sofocante de calores, la mañana fresca lucha por mantenerse erguida mientras zigzaguea, en medio de la calle, dirigiéndose a esconderse ante la vista y atención de la generalidad. Retícula de atracción, cada movimiento fue observado y enjuiciado como centro único de los sucesos mientras en la madrugada clara, iluminada por una amplia luna crepuscular, todo sucedía regularmente; hubo algunos que se atrevieron a ofrecer ayuda pero parecían burlarse y quedaron acodados en las ventanas exteriores esbozando una desagradable sonrisa evanescente para quedar atónitos ante el aparatoso espectáculo.


Glup glup burp Teraingestión

el Arte es largo y el Tiempo demasiado corto
Charles Baudelaire

Bueno, era un día tan especial que, obviamente, se puso uno de sus mejores vestidos: se perfumó, pintó sus labios de profundo e intenso borgoña, como un espirituoso Rioja, quedó más bella que las flores como un amoroso notario de sus intimidades en donde quedarían registradas las caras, las formas, cada instante. Nadie más fue tan amable en la reunión: platicaba, servía las bebidas a los asistentes, custodiaba al hombre que desde hace un tiempo hacíala tan feliz; se acercaba sonriente, batiendo los rumores con la desenvoltura de un músico al interpretar, en ligero grado de intoxicación, la pieza clave de su cosmovisión musical.

Él, feliz, ¿qué le podría preocupar?, recibía a los invitados como en su casa: había pagado el lugar, la bebida, los canapés, básicamente todo lo que podía verse fue adquirido gracias a su intenso trabajo: Quién nos hubiera dicho que en domingo, cuando apenas iniciaba, y aún todo estaba seguro, sucederían todas estas cosas. Bebía desaforadamente, como Yo-nathan; no reparó ni por un segundo en lo que bebía brindaba de mesa en mesa, aumentando en cada una, posiblemente, su alegría, acercándose ineludiblemente a un telúrico final donde todo se desmoronaría quedando como un montículo de adobes remojados del que posiblemente brotarían exóticas hierbas con propiedades desconocidas, aún por estudiar.

Uníanse al Anti-tango de Astor voces entrecortadas, risas melodramáticas, posibles formas intelectuales deseosas de manifestación, el grito aquel, la claridad de careo, adulación al anfitrión; uno por uno mostraban su gratitud mediante desenvueltas sonrisas fulgurantes de hipocresía, satisfaciendo momento a momento su sed, hambre y antojos, ingestando de manera poco ordenada los canapés, las rebosantes copas y algunos bocadillos paladeables que fueron ofrecidos a la asistencia. Asistieron puntualmente, estuvieron pendientes a cada detalle, fijáronse en la hilvanación del vestido, la pequeña mancha sobre la corbata. Parecían buitres deseosos de que el caminante del desierto cayera de bruces para poder sacarle los ojos y el cerebro para comerlo cuando, aún vivo, quedara exánime y yaciente cual cadáver.

Probablemente sabían con claridad lo que sucedería, tenían que esperar el momento justo para llegar con nuevos pasajes de papel de oriente para poder plasmar ahí minuciosamente cada uno de los posibles eventos, nuevos, extraños, raros y de la más recóndita memoria colectiva. Paralizaban entre sus actos las más delicadas partes de la comprensión estética, conscientes de la poca comprensión social que se le otorga a los alcohólicos en sociedades tan excluyentes y diversificadas.


Huhuhuhuggoooo huhuhuhuggoooo grooog Megadeposición

Ciliado arrecife donde nací,
según refieren cronicones y pliegos
de labios familiares historiados
en segunda gracia.

César Vallejo

Por fin, señores, ha llegado la hora: la señal es latente, es el momento de ponernos del lado indicado y resaltar el por qué de nuestra presencia: posiblemente algunos pensarían cosas extrañas acerca de nosotros que somos sensibles y al asalto conduce todo un pueblo descalzo que decidido atraviesa por el mismo lugar que lo hicieran antes, suavemente, mientras miradas inverosímiles parecen crecer paulatinamente nos acercamos a él. Sabemos que nos necesita, que le gustaría que nos pusiéramos a su lado sólo para apretarle el antebrazo dando así un poco de estabilidad, sobre todo estableciendo una línea coherente del horizonte, mínimo para evitar una estrepitosa caída que lo lastimara o humillara aún más ante la asistencia.
¿Qué más íbamos a hacer? La verdad, a todos nos dió un asco tremendo verlo ahí culiempinado, vomitando decímetros cúbicos de licor y canapés que habían adquirido un olor indescriptible, sencillamente se nos salió, uno por uno unímonos a él hasta humedecer terriblemente la banqueta, esta quedóse hedionda muchos días después.

Al escucharlo sentía que millones de afiladas dagas herían impías mi pecho, abriendo a través de él una torrencial cascada de vertiginosa sangre traicionada al caer en el suelo fecundó de repente mi ya fértil memoria. Preocupada e invisible corrí hasta su lado, realmente mejórate, pensaba en el camino, compungida y transparente fui como una sombra a pararme a su lado, en ese instante realmente poco me importaba verme inmiscuida en los chismes de mi novio alcohólico.

Qué asco. Ya vieron como le salen chorros y chorros, parece manguera, como si le hubieran abierto a la llave, para eso nos habrá invitado, yo me lo aguanto nada más porque estaba buena la cena, ¿te imaginas lo que debe de sentir ella? reconvengámosle: hombre, nadie ha llegado al fondo de tu abismo, nunca llegará, está hundido y perdiendo flotabilidad. Se fueron, nos fuimos yendo, nadie se hubiera querido quedar ante el aparatoso espectáculo de un hombre deponiendo un día tan importante, sobre todo para ella, es como lanzar un cubo de agua sobre los braceros que calientan el lugar donde se dormirá justo cuando se ha puesto el sol en el horizonte, como humedecerse los pies antes de reparar las conexiones eléctricas de una subestación de alta tensión conociendo las consecuencias pero encomendándose a alguna virgen o santito, quien resultaría el culpable directo en caso de siniestro.

Bueno, yastuvo porque todo mundo anda haciendo alharaca de lo que hice pero la verdad, la verdad, a quien le interesa es a mi: nadie me sirvió las bebidas, nadie me pidió que tomara tanto, fui yo solo, nadie más; y todos estos hasta se ponen de sangrones calificando mis acciones que les interesa a ellos porque soy de un mundo en que la acción no es la hermana del sueño soñaba con la fiesta la diversión. Por supuesto: nunca quise terminar así, estaba contento bebiendo y me fui sumiendo poco a poco en una intoxicación etílica que de pronto cambió el sentido de mi tracto digestivo: es más ¿qué tiene? lo que pasó, pasó. Además, tengo a mis amigos, ellos deveras me quieren no se apuran por cómo me ponga, están para apoyarme, me detienen, también ella, preciosa, viene hacia mi corriendo: yo vomito tu vomitas el vomita nosotros vomitamos todos vomitando, pero no sobre mi pie, no cerca de ella. No, no, detente ya maldito torrente, me estás destruyendo, me partes de frente el corazón, me hundo en mi fango y mi zapato izquierdo manchado de vómito...


Brrrr brrrr Tititititititiritando kiloespectoración

con el hocico quemado como un ladrido feroz
Stéphane Mallarmé


Horrible espectáculo del ser amado aquel que parece embestirse de luz, en el que se han depositado la confianza junto con el amor como una brillante fruta de la que brotan inmundos gusanos al ser mordida por una boca hambrienta, a veces la luz es sepultada por cadenas y ruidos, se tapa y queda cubierta curiosamente para siempre. No puedo soportarlo, me voy, te dejo: te abandono, nunca quiero volver a estar cerca de ti, maldito cerdo, inhumano como un pequeño niño que hay que cuidar que no se tome el refresco antes que la comida porque se llenaría: maldito, maldito alcohol, apartste de mi vista y me apartaré de él, me voy.

Se quedó solo: todo el espacio lleno de hipócritas oportunistas que nunca debieron ser invitados a la fiesta, los últimos reunían sus pertenencias y posiblemente robaban algunas cosas del inmobiliario como en el fin montado en Un cielo mondado y puro, idéntico a sí mismo. Quedaron las botellas vacías, algunos platos rebozaban sobras de comida, el lugar había quedado desordenado, la basura se podía ver regada por todas partes, hubo un hueco donde estuvieron los demás, se fue la inversión, se fueron los invitados, sólo seguirán sonando por todas partes los rumores del vómito colectivo entre hipocresías malditurías, la historia siempre presente del hombre abandonado por su manera de beber.

La amistad es mucha en los casos en las que se ve íntimamente ligada a una substancia específica, un amigo borracho es más sincero y a veces el apoyo es bueno, no siempre, de todas maneras quedamos a su lado, es lo único que le queda ver como Las alegras fiebres bailan por las cúpulas humedecidas, indemnes ante el ridículo social, asumidos en su papel de borrachos, nada puede preocuparles. Más borrachos, aún es posible llegar más allá, bebamos, unámonos a la tristeza de nuestro hermano, qué más nos queda hacer, además debemos recuperar lo que tiramos al vomitar, bebamos aunque muramos.

Todo se había perdido, ya nada de lo que restaba podría parecer importante, ella, mi amada, había marchado sin más, en mi sólo quedaba la huella del crimen y mi eterno castigo, mi zapato izquierdo manchado del vómito revuelto que salió de mí, el que me salpicaron, la marca de mi pecado, de mi sufrir, de mi derrota, de mi inagotable alcoholismo marcado, el fin de la caverna donde temblaba con un miedo de molusco sin concha, reseco y revuelto en sal, donde el movimiento es la única manera de encontrar la diferencia entre la vida y la muerte es el movimiento. He quedado solo, triste, envuelto y revuelto con gente igual o peor que yo, sin la menor esperanza de recuperación, responsable de mis propios actos, como condenado que cava su propia tumba, con la culpa impresa en el zapato izquierdo, muerto de frío bajo un cielo obnubilado testigo una vez más de la derrota de un hombre que lucha consigo mismo.


Nota
Las frases escritas en cursivas en cada uno de los párrafos corresponden a versos de los poetas citados en el epigrama, con una única diferencia que están pareados con la clásica Ley del sándwich, el primero con el cuarto, el segundo con el tercero y viceversa.