martes, marzo 04, 2008

la última semilla

Ha caído en el piso de la habitación una semilla de alguna palmera. Es de más o menos un centímetro de diámetro y aunque su forma es irregular no deja de ser redondeada, su color un poco pálido no se aleja de un suave café como el de esta bebida con leche.

Está perforada por la mitad, por dos diferentes especies animales: una, era alguna variedad de avispa habitante de un poblado en un lugar un tanto apartado del país; el segundo yo.

Eran propiedad de un agricultor y fanático de las palmeras, dueño de un vivero. Esta y otras semillas fueron atacadas por dichos insectos, quedando inservibles para su cultivo, pasando por eso a mis manos, no de manera directa, sino por medio de un tercero quien, conociendo mis oficios manuales, supo cual sería un final para esas semillas que ya no iban a germinar.

Casi un año fueron usadas esas semillas, comúnmente adornando collares, aretes y algunas pulseras, quedando entre amigas, familiares y, principalmente, por fortuna, clientas, quienes poco a poco fueron dando valor a esas piezas que por un momento, para alguien, resultaron sin utilidad. Con el paso del tiempo el número de unidades se vio menguado casi en totalidad, las restantes se almacenaron con otras más, en una caja, quedándose ahí por otro año, cuando menos.

Hoy, finalmente, después de haber llevado la caja que contenía las semillas de un lado a otro; durante sus primeros meses de uso, después en su encierro abandonada, finalmente hallada y traída hasta este lugar, en donde ha sucedido lo inexplicable que no he confesado aún y motiva estas líneas, abrí la caja encontrando, no sin alegrarme, aunque no debe malinterpretarse como una euforia, las últimas cuatro semillas de la palmera que nunca conocí y decidí hacer un par de aretes, con estas y otras cuatro semillas de parota o huanacaxtle, que son bien conocidas en los bosques tropicales semi-húmedos del occidente del país.

Durante el trabajo manual del alambre y materiales para hacer artesanía es muy normal que alguna partícula de estos materiales se proyecte en dirección del centro de la tierra, como lo enuncia Newton en sus leyes generales de la física. No es que pretenda ser presuntuoso, pero usualmente, por más pequeñas que resulten las partes en el piso, suelo hallarles sin mucho problema, incluso en la alfombra.

Lo que resulta sorprendente y extraño es que después de haber encontrado dos argollas que no tenían ni cuatro milímetros de diámetro y habiendo caído la semilla -como lo afirmo en la primera frase del escrito- de más de un centímetro de gruesa en su parte delgada, háyase vuelto invisible del todo. Hace más de dos horas que no la veo en el piso de la pequeña habitación de nueve metros cuadrados, sin muebles… revuelvo las pocas cosas que hay en el piso y no le hallo: parecería que su extraño origen, la doble destrucción animal de esas semillas como portadoras de los rasgos genéticos característicos de una especie, la transición de una mano a otra y la cruel venta de todas las demás, hicieron que esta, en venganza, atravesara un portal dimensional, escondiéndose en él, hasta que pierda la cordura buscándole, frustrando así, la última pieza de artesanía que mi mente hubo de concebir con esas semillitas.

Juan Piñón.

2 Comments:

Blogger La Rous said...

Juan Piñón es etéreo y a veces he llegado créer que es el amigo imaginario de todos los que me rodean. También ha de ser el Juampis y el Pihuamo de las historias que escucho de vez en cuando, ah que el juanpiñon porfin posteo algo.

LaRous.

10:09 p.m.  
Blogger kayocolimot said...

que bonito que ya me pasaron su blog..me gusto mucho..me recuerda muchoa ud eso que escribe...becho..:D

10:10 p.m.  

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