jueves, enero 20, 2005

San Isidro

Reclinado, sobre un árbol acechante y progresivo, una genuflexión distribuye el conocimiento acerca de la carne de dios, dos dedos cortan por el tallo un pequeño ente que porta sombrero, una falda azul lo vuelve poderoso.
Movimientos comunes, clásicos e instintivos en todas las especies, la mano acerca la comida hasta la boca y los espejismos desaparecen, se van borrando poco a poco los filtros que habían sido puestos desde la casa, treinta veces lo reflexioné y decidí al final detenerme, las nauseas se hacían presentes.
El tiempo transcurre mientras mi naturaleza emancipa sus capacidades, lentamente mi cuerpo deja de percibir banalidades, centra su atención en un pequeño grillo de guantes blancos, por un momento pienso en la ciudad y pongo en desacuerdo mi cuerpo. Tres veces recorro el camino andado, y veo una parte nueva cada vez que paso. Enumero las ocasiones de desperfección física, y entretengo mis sentidos con mi dolor de espalda.
Tres gramos de paracetamol, distribuido en seis pastillas, cuatro tragos de agua mineralizada y la sensación se esfuma en cosa de cuarenta minutos. No existirá en mis sentidos, aunque seguirá dañándome.
Tenazmente un cosquilleo proveniente de mi estomago se distribuye a todo el cuerpo, conozco la sensación y disfruto cada segundo la comida ha logrado poner una sonrisa implacable en mi rostro, dibuja discretamente en mi cara la forma de un aparecido, mis dientes brillan ante la reacción de los rayos luminosos chocando con el esmalte de mis piezas.
Sentado, ahora, en el suelo mirando cosas que son mostradas por inteligencia, contemplación y reflexión son una forma adecuada de usar el tiempo cuando los inventos para perder el tiempo están lo suficientemente lejos, distingo en las cosas una magia de poesía, el verdor de las plantas asombran mis sentidos, y las nubes adquieren formas precisas y mi mente es como la de un niño, encuentro en los animales amigos y en las plantas sabiduría.


* * *

Saltan hasta mi vista infinidad de insectos, los colores de las flores interpelan en mis ojos y delicadamente los satisfacen, el viento frota mi piel y la conforta, encuentro la esencia humana en los demás entes campestres. Pequeños bichos me muestran paso a paso la sencillez y la complejidad de la vida.
La vida fluye en cuanto a las leyes naturales y sólo el que se adapta ellas tiene la posibilidad de subsistir al final.
Encuentras como demonios a tus congéneres observas a distancia como se destruyen y destruyen su casa, despedazan el terreno, exterminan a las especies y niegan su esencia natural como ser viviente.
Sobre un tablero de ajedrez trazo líneas difusas, distancias y alcances distribuyen mis capacidades de juego, como cuchillo cayo mi reina sobre tu pared, tu rey a muerto y debes retirar las piezas, cada momento debes aprender a caer, sólo sabiendo caer podrás derribar a alguien.
Clavo mi vista sobre la corteza de un árbol de copal, busco su sangre y la utilizo ritualmente, una vez más encuentro la sabiduría de la vida y la adaptación que los árboles pueden mostrar en su follaje, sólo es necesario que mi mente interprete los códigos y lea la majestuosidad de los sonidos emitidos a través de la paredes craneanas.
Enciendo un cigarrillo y veo como el humo abandona mi cuerpo lentamente después de haber llenado mi sangre de nicotina, su sabor recorre mi boca y reconozco en su sabor a sus fabricantes.
Atravieso mi mirada con la tuya, ves en mis ojos algo que te da un poco de miedo, detestas mirar a las personas a los ojos por que temes ser invadido, tu mente es muy sensible y no tenemos ganas de conocernos tanto, una profunda sonrisa se adueña de nuestras caras de nuevo, las carcajadas se dejan de contener hasta que las lágrimas chorrean mi cara, lavo mis ojos con mis lagrimas y enciendo otro cigarrillo.

* * *

Una colina trasciende a la otra, detalladamente observo el valle, retengo algunos recuerdos que brincaron desde la parte de atrás de mis pies, distingo terreno árido donde está situada la ciudad, mi olfato alcanza a oler el caos del virus humano.
Mi vista transcurre por los montes, las llanuras, distingo a algunos amigos mirando las nubes, mis ojos echan raíces en la sombra del camino, descansa mi mente, mi cuerpo deja de ser calcinado por el sol, y mis pasos sudorosos dan vueltas para no perder las posibilidades de correr.
De pie y con los brazos cruzados volteo mi mirada hacia el suelo, un magnetismo utópico se apodera de tu cuerpo, deseos profundos de hacer contacto con el suelo, se doblan las rodillas, se apoya una mano sobre el zacate, se pone el trasero en contacto con la superficie, si te descuidas pronto te retorcerás como babosa. El movimiento es imitado por todos los del grupo.
Ya en el suelo la conversación brilla por la elevación de los tópicos, problemas universales y sus respuestas probables se difuminan a través del aire, complejidad de pensamientos e imposibilidad de expresarlos por el efecto tiempo, tras de mis palabras hay, en cada una de ellas, otros cientos que definen a esa en su contexto e intención específica, no es el mismo contenido el que se expresa al que se adquiere dentro del cerebro.

* * *

El silencio a clamado, nadie ha hablado por más de cinco minutos, cada quien se levanta. Enciendo un cigarrillo, fumo fuertemente sostengo el humo para gozar de su sabor, se lo obsequió a mi vecino y camino hasta que pierdo de vista a todos. –El silencio ensordeció mis oídos, expandió mis ojos, profundizó mis sentidos y energetizó mi cerebro. Percibo la esencia de mis semejantes igual o superior a la mía. Una pequeña parte de materia de color verde, seis extremidades salen desde su abdomen , cada par especializado según el lugar del cuerpo donde se enraízan, un brinco tras otro, cayó sobre una espiga, se quedó viendo el espacio, dejó que lo admirara y se perdió en otros brincos. Esencia viva y en movimiento igual a mi carne, igual a las plantas, semejante a todos los seres vivos, hechos de la misma sustancia mágica, sólo en diferentes manifestaciones.—


Juampigñón

poesitas

Completo

Abajo
al final
tengo
dos piernas
a cada lado
tengo
un brazo
como quien dice
dos
uno a cada lado
me observo
lo afirmo
toy completo


Injerto

En un pequeño lugar
quiero guardar tu amor
amontonarlo
apretarlo
acomodarlo todo
en una cápsula
y luego
injertármelo en la piel

Para ir absorbiendo tu amor
en efecto retardado


Competencia

Caguama
contra
reloj
quien será
el más
fuerte


© © ©

Ay que bonita pluma
bonita la letra
bonito el color
lástima del buey
que la usa


Ánimo

Días brillantes
con la inspiración en la frente
llenos de
Poesía
otros solos homófonos informes nomás
Poesái


Mala cicatrización

Mis letras
son heridas
sangran
cicatrizan
a veces
se pudren
y en lugar de ser
poesía es
pusía


Conversación

- que escribes
- poesái
- y, ¿que tal?
- pues ay


todas son del Juan Piñón

4 x 4 x 4

Tumb tumb buhuhub hiperoxigenación

Sin remedio, hijo mio ¡vomita! No hay remedio
Federico García Lorca

Pasos desalineados que van pasando uno tras otro; trastabillándose: el perfume de los cabellos adormecidos, las piernas, la lengua arrastrando, apestando a licor, cerveza, ron y hasta mezcal. Lo de siempre. Todo mundo había observado, escudriñado, como poco a poco la intoxicación subía y el nivel de alcohol en el torrente sanguíneo, al correr, untaba su veneno por células, enzimas, protoplasmas y lisosomas, junto con el aparato de Golgi, brincaban por ahí en medio de la embriaguez dionisíaca.

La gente panzona piensa que podría someter a su gusto nuestro consumo, no sois más que un orgullo mentido por las tinieblas, usadas, entretejiéndose unas a otras con todas las mentiras que circunscribían la reunión desde que los invitados llegaron. Sencillamente nadie podía creer que lo hubieran hecho; algunos no sólo se pellizcaron para despertar del posible sueño sino que tocaron las ropas, barbas y demás artefactos que llevaran encima comprobando, hasta entonces, lo que veían sus ojos. Pasaron el umbral de la puerta como cuando eran mortales y por momentos parecían desvanecerse entre los rayos iridiscentes que se proyectaban sobre ellos a través de un pequeño vitral colocado en la pantalla de la lámpara, situada estratégicamente en el centro de la habitación.

Calada en un lustroso vestido azul rey, recorría por las esquinas triste, meditabunda, de los oros desnudos fustigando el espacio carmesí en sus labios, por supuesto, mordida tras mordida roía delicadamente aquello que siempre se desea besar. La colectividad aprovechaba el tiempo y su distracción para sexar visualmente con la inocente presa, que inconsciente de ser devorada transmitía hormonas por cada uno de sus poros: tal vez estaba triste por la escena y deseaba estar en los brazos del que salió tras tras tras tabillándose, dejándola no sólo a ella, sino a toda la concurrencia: él debía haber sido consciente de que era el anfitrión y no debía beber de esa manera, ahora ¿quién pondrá orden?


Avergonzados todos, incluso levemente culpables, una atmósfera sofocante de calores, la mañana fresca lucha por mantenerse erguida mientras zigzaguea, en medio de la calle, dirigiéndose a esconderse ante la vista y atención de la generalidad. Retícula de atracción, cada movimiento fue observado y enjuiciado como centro único de los sucesos mientras en la madrugada clara, iluminada por una amplia luna crepuscular, todo sucedía regularmente; hubo algunos que se atrevieron a ofrecer ayuda pero parecían burlarse y quedaron acodados en las ventanas exteriores esbozando una desagradable sonrisa evanescente para quedar atónitos ante el aparatoso espectáculo.


Glup glup burp Teraingestión

el Arte es largo y el Tiempo demasiado corto
Charles Baudelaire

Bueno, era un día tan especial que, obviamente, se puso uno de sus mejores vestidos: se perfumó, pintó sus labios de profundo e intenso borgoña, como un espirituoso Rioja, quedó más bella que las flores como un amoroso notario de sus intimidades en donde quedarían registradas las caras, las formas, cada instante. Nadie más fue tan amable en la reunión: platicaba, servía las bebidas a los asistentes, custodiaba al hombre que desde hace un tiempo hacíala tan feliz; se acercaba sonriente, batiendo los rumores con la desenvoltura de un músico al interpretar, en ligero grado de intoxicación, la pieza clave de su cosmovisión musical.

Él, feliz, ¿qué le podría preocupar?, recibía a los invitados como en su casa: había pagado el lugar, la bebida, los canapés, básicamente todo lo que podía verse fue adquirido gracias a su intenso trabajo: Quién nos hubiera dicho que en domingo, cuando apenas iniciaba, y aún todo estaba seguro, sucederían todas estas cosas. Bebía desaforadamente, como Yo-nathan; no reparó ni por un segundo en lo que bebía brindaba de mesa en mesa, aumentando en cada una, posiblemente, su alegría, acercándose ineludiblemente a un telúrico final donde todo se desmoronaría quedando como un montículo de adobes remojados del que posiblemente brotarían exóticas hierbas con propiedades desconocidas, aún por estudiar.

Uníanse al Anti-tango de Astor voces entrecortadas, risas melodramáticas, posibles formas intelectuales deseosas de manifestación, el grito aquel, la claridad de careo, adulación al anfitrión; uno por uno mostraban su gratitud mediante desenvueltas sonrisas fulgurantes de hipocresía, satisfaciendo momento a momento su sed, hambre y antojos, ingestando de manera poco ordenada los canapés, las rebosantes copas y algunos bocadillos paladeables que fueron ofrecidos a la asistencia. Asistieron puntualmente, estuvieron pendientes a cada detalle, fijáronse en la hilvanación del vestido, la pequeña mancha sobre la corbata. Parecían buitres deseosos de que el caminante del desierto cayera de bruces para poder sacarle los ojos y el cerebro para comerlo cuando, aún vivo, quedara exánime y yaciente cual cadáver.

Probablemente sabían con claridad lo que sucedería, tenían que esperar el momento justo para llegar con nuevos pasajes de papel de oriente para poder plasmar ahí minuciosamente cada uno de los posibles eventos, nuevos, extraños, raros y de la más recóndita memoria colectiva. Paralizaban entre sus actos las más delicadas partes de la comprensión estética, conscientes de la poca comprensión social que se le otorga a los alcohólicos en sociedades tan excluyentes y diversificadas.


Huhuhuhuggoooo huhuhuhuggoooo grooog Megadeposición

Ciliado arrecife donde nací,
según refieren cronicones y pliegos
de labios familiares historiados
en segunda gracia.

César Vallejo

Por fin, señores, ha llegado la hora: la señal es latente, es el momento de ponernos del lado indicado y resaltar el por qué de nuestra presencia: posiblemente algunos pensarían cosas extrañas acerca de nosotros que somos sensibles y al asalto conduce todo un pueblo descalzo que decidido atraviesa por el mismo lugar que lo hicieran antes, suavemente, mientras miradas inverosímiles parecen crecer paulatinamente nos acercamos a él. Sabemos que nos necesita, que le gustaría que nos pusiéramos a su lado sólo para apretarle el antebrazo dando así un poco de estabilidad, sobre todo estableciendo una línea coherente del horizonte, mínimo para evitar una estrepitosa caída que lo lastimara o humillara aún más ante la asistencia.
¿Qué más íbamos a hacer? La verdad, a todos nos dió un asco tremendo verlo ahí culiempinado, vomitando decímetros cúbicos de licor y canapés que habían adquirido un olor indescriptible, sencillamente se nos salió, uno por uno unímonos a él hasta humedecer terriblemente la banqueta, esta quedóse hedionda muchos días después.

Al escucharlo sentía que millones de afiladas dagas herían impías mi pecho, abriendo a través de él una torrencial cascada de vertiginosa sangre traicionada al caer en el suelo fecundó de repente mi ya fértil memoria. Preocupada e invisible corrí hasta su lado, realmente mejórate, pensaba en el camino, compungida y transparente fui como una sombra a pararme a su lado, en ese instante realmente poco me importaba verme inmiscuida en los chismes de mi novio alcohólico.

Qué asco. Ya vieron como le salen chorros y chorros, parece manguera, como si le hubieran abierto a la llave, para eso nos habrá invitado, yo me lo aguanto nada más porque estaba buena la cena, ¿te imaginas lo que debe de sentir ella? reconvengámosle: hombre, nadie ha llegado al fondo de tu abismo, nunca llegará, está hundido y perdiendo flotabilidad. Se fueron, nos fuimos yendo, nadie se hubiera querido quedar ante el aparatoso espectáculo de un hombre deponiendo un día tan importante, sobre todo para ella, es como lanzar un cubo de agua sobre los braceros que calientan el lugar donde se dormirá justo cuando se ha puesto el sol en el horizonte, como humedecerse los pies antes de reparar las conexiones eléctricas de una subestación de alta tensión conociendo las consecuencias pero encomendándose a alguna virgen o santito, quien resultaría el culpable directo en caso de siniestro.

Bueno, yastuvo porque todo mundo anda haciendo alharaca de lo que hice pero la verdad, la verdad, a quien le interesa es a mi: nadie me sirvió las bebidas, nadie me pidió que tomara tanto, fui yo solo, nadie más; y todos estos hasta se ponen de sangrones calificando mis acciones que les interesa a ellos porque soy de un mundo en que la acción no es la hermana del sueño soñaba con la fiesta la diversión. Por supuesto: nunca quise terminar así, estaba contento bebiendo y me fui sumiendo poco a poco en una intoxicación etílica que de pronto cambió el sentido de mi tracto digestivo: es más ¿qué tiene? lo que pasó, pasó. Además, tengo a mis amigos, ellos deveras me quieren no se apuran por cómo me ponga, están para apoyarme, me detienen, también ella, preciosa, viene hacia mi corriendo: yo vomito tu vomitas el vomita nosotros vomitamos todos vomitando, pero no sobre mi pie, no cerca de ella. No, no, detente ya maldito torrente, me estás destruyendo, me partes de frente el corazón, me hundo en mi fango y mi zapato izquierdo manchado de vómito...


Brrrr brrrr Tititititititiritando kiloespectoración

con el hocico quemado como un ladrido feroz
Stéphane Mallarmé


Horrible espectáculo del ser amado aquel que parece embestirse de luz, en el que se han depositado la confianza junto con el amor como una brillante fruta de la que brotan inmundos gusanos al ser mordida por una boca hambrienta, a veces la luz es sepultada por cadenas y ruidos, se tapa y queda cubierta curiosamente para siempre. No puedo soportarlo, me voy, te dejo: te abandono, nunca quiero volver a estar cerca de ti, maldito cerdo, inhumano como un pequeño niño que hay que cuidar que no se tome el refresco antes que la comida porque se llenaría: maldito, maldito alcohol, apartste de mi vista y me apartaré de él, me voy.

Se quedó solo: todo el espacio lleno de hipócritas oportunistas que nunca debieron ser invitados a la fiesta, los últimos reunían sus pertenencias y posiblemente robaban algunas cosas del inmobiliario como en el fin montado en Un cielo mondado y puro, idéntico a sí mismo. Quedaron las botellas vacías, algunos platos rebozaban sobras de comida, el lugar había quedado desordenado, la basura se podía ver regada por todas partes, hubo un hueco donde estuvieron los demás, se fue la inversión, se fueron los invitados, sólo seguirán sonando por todas partes los rumores del vómito colectivo entre hipocresías malditurías, la historia siempre presente del hombre abandonado por su manera de beber.

La amistad es mucha en los casos en las que se ve íntimamente ligada a una substancia específica, un amigo borracho es más sincero y a veces el apoyo es bueno, no siempre, de todas maneras quedamos a su lado, es lo único que le queda ver como Las alegras fiebres bailan por las cúpulas humedecidas, indemnes ante el ridículo social, asumidos en su papel de borrachos, nada puede preocuparles. Más borrachos, aún es posible llegar más allá, bebamos, unámonos a la tristeza de nuestro hermano, qué más nos queda hacer, además debemos recuperar lo que tiramos al vomitar, bebamos aunque muramos.

Todo se había perdido, ya nada de lo que restaba podría parecer importante, ella, mi amada, había marchado sin más, en mi sólo quedaba la huella del crimen y mi eterno castigo, mi zapato izquierdo manchado del vómito revuelto que salió de mí, el que me salpicaron, la marca de mi pecado, de mi sufrir, de mi derrota, de mi inagotable alcoholismo marcado, el fin de la caverna donde temblaba con un miedo de molusco sin concha, reseco y revuelto en sal, donde el movimiento es la única manera de encontrar la diferencia entre la vida y la muerte es el movimiento. He quedado solo, triste, envuelto y revuelto con gente igual o peor que yo, sin la menor esperanza de recuperación, responsable de mis propios actos, como condenado que cava su propia tumba, con la culpa impresa en el zapato izquierdo, muerto de frío bajo un cielo obnubilado testigo una vez más de la derrota de un hombre que lucha consigo mismo.


Nota
Las frases escritas en cursivas en cada uno de los párrafos corresponden a versos de los poetas citados en el epigrama, con una única diferencia que están pareados con la clásica Ley del sándwich, el primero con el cuarto, el segundo con el tercero y viceversa.

martes, enero 18, 2005

El árbol

Caen suaves sobre las cúspides
en la plancha vertical
las gotas se evaporan precisas al contacto

La pesadez cayó sobre mis párpados
suave y delgada, una mirada clava dudas
mis letras se van untando con un bolígrafo

Los minutos escurren por mi reloj arroyo
humedece mi muñeca
me empapa todo
las gotas escurren
la historia me persigue

Mi calzado está roto y deshilachado
mi camino ha sido muy largo
piedras baches cañadas
ando en tus praderas ahora
la suave yerba acaricia mis pies

Aquí fincaré

Mi semilla presurosa
hará germen en tus sueños surcos
detendré mi crecimiento para gozarte
de la tierra crece un enorme tallo
mis ramas infinitas
extendidas en tu firmamento
me alimento de tu jugo, tu mineral

En ti me quedó plantado
mis raíces profundizan en tu terreno
estoy en ti, no soy tuyo, dependo de ti
pisa mis frutos
arranca mi follaje
tala mi tallo
quema mis venas
hierve mi sangre
es tu decisión

Yo puedo continuar con mi arroyo
andando por mis cañadas
seguir siendo semilla
para tu campo fértil

Tu decide.

lunes, enero 17, 2005

Tres segundos de mi muerte


I

Severos, ardientes, estupefactos. Cabezas brotadas, hirvientes, distraídas, fulgurantes, incapaces de encontrar la coincidencia. Gritos, furia, enojo, miles de hirvientes deseos destructivos, idílicos, elocuentes. Desprecio, desesperación, descomposición relacional, la más enorme y posible existencia sencilla. Puede ser que tus pensamientos se unten cerca de los míos que suaves y profanos, caigan ineludibles, certeros en sus constancias. Desde la claraboya busco la iluminación exuberante, mi vista debe profundizar dentro del mar de nuestros pensamientos, bocifera ardiente. Con intenciones destructivas, es probable que quisiera encontrar las esquinas suplentes, los refugios colosales, enervantes, desgarra nuestras cosas, muéstralas a todos es probable que jamás logres que comprendamos todas esa sustancias ininteligibles en tu paisaje de común destrucción, quisiera yo poder elucubrar certeros planes armados de llanuras, grandes explanadas abiertas al latifundio. Una mujer explota su capacidad femenina y sus muy pocas veces innegable bellexza, se sirve de ella. Porque han de ser así aquella bellas y enormes mireyas, deténganse elegantes, perfectas inescudriñables. Devórence las primeras letras detengan sus enormes silencios. Exasperar los sentidos, miles de azote con cuero pulido deben arder lo suficiente como para mencionar los ardores superficiales que una bala clavada en el centro del pecho puede allanar, destruir, contar llevar, es posible que haya concatenado tantas sustancias colaterales inconcluitivas que la mutua contemplación el dolor de la última mirada se veía sobre un hilo de sangre en el pavimento extenso diluido perfecto abarrotado, del enorme contexto psicosocial de los interlocutores, esas preguntas no dan resultados tan intensos como los que se acontecían entonces. Nunca se ha visto que tal pregunta ocasionara tales sucesos, probablemente hablaban idiomas distintos que sonaban igual, hubieron de haber aprendido un lenguaje febril, pudieron explorar y lanzar desde los espacios siderales, la libertad de lo profano, podríamos, eyacular desde lo alto la profecía de la familia venidera, deberíamos evadir todos las posibles circunstancias, la realidad se convierte en inamovible, desgraciada e incorrupta balancea desenrolla y envuelve en una enorme toalla, defiende dentro de un capullo ese momento efímero de tantas veces de sentir calor verdadero junto a ti. Hubo ocasiones en que sentía que en sólo cosa de segundos te decidirías a decirme cuanto me amabas liberaría de tan profundo hueco mi extraño y ebullente espíritu, sencillo calmo ausente disyuntivo, donde ahora los dos estaba atrapados era imposible dictaminar, tales indescifrables sucesos. Hubiera sido incompleto. Imposible de averiguar de constatar. Explora dentro de nuestras mentes y define nuestra capacidad discursiva, creerán ellos, ¿qué?. ¿A quién le preocupa eso?. Quien se pone discontinuo, rasante exasperado, atreverse en dos sentidos. Hablar de más, preguntar argumentar. Decir que si o decir que, para que me podría querer. Que puede ser todo eso que se supone que alguien debió mostrarme para que yo fuera más civilizado, no lo sé, me interrumpo me detengo, ecuánime, exacto rapaz incisivo. Dudo y oxigeno sus ojos con inseguridad, terrible profunda diáfana. Mis ojos rodaron por todos lados, rápido me detuve frente a él mire fijamente dentro de su cabeza, detuve durante algunos instantes la esencia, nunca traté de sobajarlo, nunca lo hubiera logrado, su amplia nariz y sus rasgos correosos desmenuzaban miles de circunstancias, detenido lento y flatulento vio tan rapaz áspero suceso, descendió de lo profundo, detuvo todo. Pidió pausa, su mente, a mil kilómetros por segundo, no hizo pausa, detuvo el espació temporal, viajó a otra dimensión. Analizó todo lo que había sucedido tan derrepente.

II

Está tras de mi, se ha estacionado, me detuve en contra de sus deliberados insultos y molestias. Dije que si me paraba y ese guey también habría pedo. Nunca pude haber estado tan seguro de algo así, realmente no sabía que sucedía, no se porqué ella nunca me dijo nada, tal vez lo sabía todo o no, quizá se quedo dudando de los suceso, o paralizada del miedo dejó inclusive de respirar, obvio sería imposible que me advirtiera. Mis modales nunca fueron formados. Pude haber dejado que pasara sin hacerle tanto problema, simplemente ignorarlo, ni modo que me tenga, mala fe. O, tal vez sí, ¿quién podría saberlo? Yo nunca lo supe, al parecer los demás si sabían estaban decididos a dejar pasar todas las cosas, sin explicarme que pasaba, acaso lo sabía pero quería negármelo, será cierto que la mayor parte de las cosas sabemos que nos sucedería pero lo recordamos ya que nos está sucediendo. A mi se hace que esas son chingaderas, de hecho las cosas van pasando originalmente, si fueran pasando una y otra vez, no habría explicación para el crecimiento demográfico. Tiene que haber multiplicación, muerte mutilación desarrollo, cambio. Bien lo sabemos la mejor manera de hacer un cambio efectivo y real es la destrucción. Niégelo quien lo quiera negar. Eso le pasó a los dinosaurios, llegaron a un grado demasiado avanzado, entonces murieron en una gran inversión térmica, causado por el meteorito que por aquellos tiempos había caído en el globo terrestre. Geoide. Cuando los hombres eran demasiado malos y se encontraban dispersos, viviendo en el pecado los hubo Dios de castigar, les envió un terrible diluvio que los hundió y mato a todos. . hasta el Dios perfección tiene que destruir sus propias creaciones, por algún error que estás causaron, por ser una obra ególatra, disfluyente. Por que ha de ser designio divino el juicio. Pero mejor no trato eso se dice que no se comprenden los caminos de Dios, yo no entiendo ni los míos, me voy a andar preocupando por otros.
Se baja hostil gritón, casi a la par que yo, regularmente los demás quedan aturdidos al enfrentarse a un hombre de mis dimensiones, quien le teme a un oso con una escopeta en la mano, un hombre bastante rudo, fuerte muy marcado, su mirada hosca, irradia un fuego terrible, en donde se pudo haber incendiado un bosque de palabras imprecisas, ojos capaces de matar, suicidas, intensos determinados infames infalibles. Total desconcierto, desconozco lo que esta sucediendo entonces, mi mente vuela en millones de dudas, voy desde: el color de su camioneta, su estilo, sus dibujos, estampados, rines llantas polveras alerón polarizada. Decae sobre la ropa, pantalón vaquero, botas rudas, sin punta y con un muy bajo tacón, el cinturón deja ver en medio una enorme hebilla, rellena de pasta color ámbar, en el centro un enorme alacrán de unos doce centímetros enrollado, posaba en su ataúd artesanal. Su camisa casi no tenía importancia pudo haber sido como muchas, tal vez tenía cuadros, o rayas, algunos rombos, equilibrados y pequeños dejados de un lado a otro dejando ver una camisa. Decente. No podría decir como cual, o de que color era esa prenda. Sabía que usaba una como hay millones. Brillante sobre el costado izquierdo, dejando ver su pulida y lubricada cacha, se percató de un inconfundible brillo del metal, sintió una parte de si mismo desvaneciéndose, deseé no haberme bajado, haber huido, dejarme ir, rápido sin sentido, tal vez me hubieran dicho collón o sacón, o algo así que dejara en mal ver mi gallardía y honra como un hombre que soy. Preferible ser el puto que el difunto, nunca supo realmente que era lo que sucedía en tan horrible caso. Le había tocado ser machito, y no conocería las opciones, siempre habría presumido que ni con plomo lo someterían, podría ser la ocasión de demostrarlo, o entrar en las estadísticas, por un momento decidió ser el valiente, pensó que hasta sería capaz de evitar un encontronazo innecesario. Pero aseguró que no pondría blandito cuando se pusiera caliente la cosa, ni que fuera de cera, para derretirse.
Se han aproximado sólo un poco. Avanzó tan severamente esos pasos, que casi logró que retrocediera que cayera. Recuerdo que me decían en el entrenamiento; lo más importante en un combate es la determinación. La combinación del la autoconservación (algo así como un tipo de miedo al dolor), y la decisión, que es casi lo mismo, nomás que mejor entendido, la determinación se tratan de reducir los riesgos, sin dejar de apostar a ganar. Mi instinto fluyó, no supe ni porqué, bajé la mirada, me deje ver vulnerable, probablemente estaba pidiendo piedad silenciosamente, estaba esperanzado en lograr y alcanzar todo lo que podía para defenderme, me detuve, sabía que sólo la cordura y el instinto serían capaces de mantenerme con vida. Estaba sometido, subyugado, básicamente no tenía nada que hacer. Sólo tenía ganas de vivir, de salir bien librado. Yo no le había hecho nada. Ni siquiera lo conocía no tenía ni la menor conciencia de hacer tales cosas que sucedían. Se sentía como un niño pequeño que es abandonado frente a la escuela, inmensa, con hileras de niños hormiga entrando y saliendo por todas partes, ver miles de seres pequeñitos como tu. Una sensación extraña. Una parte quiere llorar desconsoladamente mientras la otra se contraviene en una extraña y ajena gallardía que impide que la debilidad sea mostrada. Un estado quebrantable fácilmente. Una rigidez corporal provocada por el denso balanceo de sentimientos adversos, el bebé y el hombre se pelean por adquirir el papel principal. Ser el protagónico.


III

Primeras deducciones certeras, exactas perversas. Peligro de muerte. Miles de posibilidades dentro de la verdad. Él por algo me busca de donde me conoce quien le dio referencias mías. ¿Por qué habría de buscarme este extraño?.
¿Tu eres Felipe? – preguntó gritando invadiendo todo el espacio sonoro, sus palabras, aunque realmente fueron muy pocas allanaron en mis oídos, para dejarme casi sordo. Temí tantas cosas en su grito, que pudo haber sido ese temor, ese presentimiento. No era la primera vez que me llamaban por mi nombre. Nunca hubiera sabido que era la última vez que lo harían. El temor escurría como un hielo por mi columna vertebral, los cabellos se erizaron. Todo mi cuerpo encrespado seguía oyendo los gritos de aquel sujeto, un eco, se disminuía ligeramente dentro de mi cabeza, entrando con una razón y esperando una respuesta que no debería tardar. Sintió la mirada desde su camioneta, un llanto despavorido había salido de la boca de su acompañante. El escalofrío le llegó hasta los dedos de los pies, no tuvo nunca más dudas que las que encontraba en ese huequito, ese pequeñisimo instante era, como si un rayo vertical, hubiera entrado por la tapa de su cabeza dejando electrizado todo el cuerpo sólo unos instantes antes de la muerte más indescriptible.
Sus largos, azulosos labios, temblando y sacudiéndose un poco sinsentido, lograron calmarse y ejercitar su ejercicio cotidiano.
La pregunta había entrado directa hasta lo profundo de su medula, desde ahí la respuesta salió instantánea, sin ser pensada, la verdad salió a flote. Pudo haber sido posible que alguien imaginara que una buena mentira me pudo haber salvado, procesando las respuestas posibles, con más serenidad y un poco de imaginación pude haberlo hecho, haberlo engañado y salvarme, nunca lo puede haber hecho, fue como un reflejo de espejo, no se ve cuando se está reflejando, más bien vemos donde se reflejó.
Yo soy, que quieres – me reflejé como un hombre, bueno eso creía que hacía pude no haberlo hecho, o sólo haber asentido con la cabeza, después lo fui comprendiendo todo muy lentamente. Demasiado tarde lo entendí, pude haber librado mi pellejo si me hubiera dado cuenta a tiempo. No me aflijo realmente mi pellejo no vale tanto. Las cosas sucedieron por que tenían que haberme sucedido. Nunca sabré realmente que pudo haber sido mejor en tal caso. Defendí mi puesto, fue lo último que pude hacer, seguramente hubiera sido un enorme espectáculo, todo eso. Me imaginé a mí mismo desde varias perspectivas como si mi propia conciencia diera vueltas alrededor mío, del lugar de las camionetas, de los recuerdos, básicamente de todo, mi mente se desprendió un poco de mi cuerpo, más bien orbitaba, veía las mismas cosas una y otra vez, pero cada vez iba un poco más allá.
Del lado izquierdo de su cinturón salió un rayo de luz plateado que me dejó como un témpano. Su mano se había paseado bella rauda y elegante enfrente de su abdomen, había sujetado el pedazo de marfil tallado, la empuñadura, bella, acabada, para nada sencilla. Tan velos que jamás hubiera podido correr, o defenderme. No voltearía y le daría la espalda para caer como un cobarde, balaceado en la espalda. El cañón apunto plenamente hacia mí, el frío no había dejado de sacudir mis huesos, se incremento, sentía un conducto de hidrógeno liquido entre sus huesos, un dolor profundo le brotó desde lo más interno de la médula, se pudo haber tirado al suelo. Sólo busque por entonces la manera más honrosa de morir. Tuve la certeza de estar pisando la tumba, las cosas en mi mente comenzaron a pasar demasiado rápido.


IV

Volví mi mirada hacia mi vehículo ella, ya estaba abajo, la vi. Era una mujer morena de cabellera densa y tupida, labios carnosos y facciones un poco finas. Su educación no era mucha. Le gustaba subirse a las camionetas con buen sonido para ir a los rodeos, las jaripeadas y todos eso lugares que a los sombrerudos les gusta visitar. Definitivamente le gustaban los hombres de rancho, toscos, torpes y hasta un poco flatulentos, deseosos de gastar toda su energía durante una serie de cópulas, con una cantidad considerable de billetes como para que no falte nada y sobren los regalos. Se daba cuenta de la manera en que sus familiares trataban a sus parejas y prefería ella tomar las riendas en cualquier relación, aunque no duraba mucho pero no se terminaban los candidatos a entrar en turno. Su rostro incierto me dejó pensar tantas cosas simultaneas, dejó que mi mente volara y dispersa fuera poco a poco comprendiendo o imaginando todo.
Mi enemigo apuntaba directo en mi contra. Sus dientes apretados se parecían a los de un bull dog, la ira era una llama encendida precisa junto a los ojos, su mirada desorbitada me comenzó a despedir del mundo.
Como un aplauso, un chasquido, el silbatazo del partido, el trueno, se enciende una luz, cae un árbol, un relámpago, petardo, lanza llamas, chispa, llama, flama, fogón, tiro. Pau. Severo ardiente, doloroso, indescriptible, un pedazo caliente de plomo, volando a cientos de kilómetros por hora se dirige hacia mí, ha de penetrar hundiendo mi pecho, quebrando mi esternón, licuando mi sangre, despedazando mis tejidos, atravesará mi cuerpo, la sangre brotará como agua clara, se escurrirá, teñirá mi sangre las piedras de la calle. El proyectil allana en mi cuerpo sin delicadeza, como muestra de lo intensa que pueden llegar a serlas sensaciones, antes de que terminen definitivamente. Es dolor lo que he de sentir finalmente, el calor que siento, el plomo está ardiendo por la explosión de la pólvora, me quema. Mi pierna se dobla ligeramente, mi cuerpo ya no quiere estar de pie, la percusión a penetrado casi en el centro de mi pecho me cuesta un trabajo infinito aparecer fuerte con la inercia de los sucesos.
El rechinido habitual de la cama de siempre, taladraba los débiles y taciturnos oídos de Magda, el dolor, el engaño y la falsedad se filtraban por sus poros. Sus gestos, su indiferencia. Su insipidez logró que Felipe se detuviera, preocupado por la falta de reciprocidad. Estas bien. Si, no es nada. ¿No? No quieres hacer otra cosa. No, termina. Continúo con desgane y pronto ambos hicieron como que se sentían satisfechos. La propuesta siguió adelante. ¿Quieres ir a cenar? ¿A cenar? ¿O, Al cine? ¿Estas segura que te sientes bien?. Ándale vístete y vamos a cualquier parte. No quiero hacer nada. Bueno vamos. Distinguían ambos un especial cariño por el tiempo en que no se habían visto. Ella estaba dispuesta a cuidarse más en sus relaciones y él no sabía nada.
Salió todo junto, en mi mente se retrató lo que viví ese día un poco más temprano, lo recordé todo de un golpe, seguramente más rápido de lo que pudo haber sentido, una maraña de pensamientos, que me había costado trabajo comprender, mi mente estaba confusa ocupada en cosas muy distantes, mi conciencia me fue abandonando cíclicamente. Sólo quedó un canal abierto el más veloz. Pronto tomaría conciencia de las cosas.

V

Al sentir las primeras gotas escurrir por su cuerpo. Lleno de dolor, podrido. Cruzando la puerta dimensional entre los vivos y los muertos. Parado en la raya, divisorio. Muestra ineludible de la capacidad humana. Certero se quedó dudando esperando la sustancia sublime. No tenía certidumbre de lo que sucedería pero el había endurecido su pecho para ser perforado violentamente. Otro pedazo de metal que me dejara sin poderme mover, inútil caído desgraciado. Su mente fue un poco en el pasado buscando lás respuestas el sabía que estaban ahí. Las imágenes los conceptos, hasta las conversaciones. Le saltaron a la cara, como vomito, revueltas masticadas molidas, regurgitadas. No supo si lo vió, lo pensó, lo escuchó en sus recuerdos o fue una evocación mística que sólo dejó ver lo que había sucedido un poco antes.
Se fueron poniendo la ropa, prenda por prenda, el uno al otro entre caricias y besos, cuando estuvieron vestidos ambos, una lágrima voló desde la punta de las pestañas postizas de magda. La gota cayó y se disperso sobre la manga de la mezclilla que llevaba puesta. Ni la chamarra, ni él lo notaron. En el auto atravesaron avenidas, calles, semáforos, topes, desviaciones y dos puentes. Las luces afuera iluminaban arbitraria y constantemente el entorno. Los retrovisores iluminaban de cuando en vez el rostro de Magda, ojos cristalinos deseando llorar. En la radio una canción ranchera tan vieja, tanto que incluso a pedazos el cantante olvidaba la letra. Hablaron muy poco antes de llegar al restaurante donde decidieron, después de muchas vueltas, rodar las llantas detenerse en semáforos, brincar topes, dar el paso a algunos ancianos, reírse de los perros del carro de a un lado y dar tres vueltas en U, cenar. Una mesa para dos, cerveza y carne. Comida de reyes. Calorías, colesterol, carbohidratos, proteínas y aminoácidos. Comieron una cantidad considerable de tacos, bebieron varias cervezas. Cuando el vientre se hincho de tanto comer, el cuerpo se aletargo por el efecto embriagante de la cerveza, la plática tomo vuelo y los dos felices platicaban cosas intrascendentes y profundamente irreales.
¿Y que hiciste, no te había visto? De seguro andabas de puta por ahí. Salí de viaje a la playa con unas amigas. Ni me a dado el sol en todo el mes. Si, ¿y con quien?. Pinche vieja mentirosa está hasta pálida. Con unas chavas, no las conoces. Como si conocieras a algunas, a nadie que yo conozca te he presentado. Algo entre risa y llanto se expresó en el rostro de ella por unos dos segundos. Él se veía la punta del zapato, no vio el gesto. ¿Cuántos días fuiste? Haber con que piterismo me sale. Tres días, pero estuvo nublado. Si pendeja tres días y desapareces tres semanas. A que caray. Mentirosa y pendeja. Mejor platícame donde compraste ropa la última vez. Si contesta es la reina de los idiotas. Para que quieres saber eso. Me vas a abrir una cuenta en esas tiendas para ir más seguido o que. Me cay este cabrón a veces no sé que piensa. O si lo hace. No nomás por cambiar de tema. Es lo que me gusta de ella, es bien perrucha. Bueno voy al baño, no te vayas. Cirio. Me lo saludas. Pinche grosero, se fue pensando. A esta chava me cay, si se pusiera de modo y se fuera en serio al depa una temporadita, que ahí esté y ser los dos uno. Hay que romántico salí. O mínimo para tener con quien cotorrear, fornicar y además que aliviane la casa. Con ella si, no a cualquiera soporto pero a ella sí; quedose pensando.
De tan extraña e indescifrable cavilación fui abstraído. El percutor había golpeado de nuevo el casquillo de calibre .38. que puedo esperar, el dolor va a llegar, está llegando. Todo se va confundiendo poco a poco, se detiene. Cambia y vuelve a correr inmediatamente. Sólo en unas ocasiones imaginé algo así. Me vi doblando las rodillas impactado de nuevo en el plexo. La fuerza abandonó completamente mis piernas, era las última vez que me pondría de pie, altanero frente a alguien. Hasta mis ojos llegaron imágenes que no pertenecían a mi experiencia, me abstraje. Muy probablemente mi alma ya comenzaba a vagar por el mundo y había recogido esa escena cercana, explicativa. Ahora se por que, no tengo algo más que hacer además de morir incesantemente.
El ranchero de esa noche llevaba un ocho de coca y más prendido que un poste de alumbrado en la noche, empujaba violentamente su cadera sobre el cuerpo de Magda, que también se estaba mordiendo las quijadas. –Felipe – gritó con todos sus pulmones. Se interrumpe el movimiento se escuchan gritos y salen separados. Jorge, el ranchero cocainomano, molesto por haber sido confundido gritando furioso deja sin pagar la cuenta del motel. Una llamada a la recepción pide un taxi. Sale una mujer alterada, con los ojos hinchados de haber llorado, el párpado izquierdo hinchado y morado, la boca llena de sangre y demasiado hinchada. Triste se traslada hasta su vivienda donde permaneció inexorable durante unas semanas
Sus ojos se entrecerraron, dándose cuenta de todo, no tuvo más que hacer. Quisiera haber conocido mejor esa versión. Acaso sería posible. Será esa la manera en que se me quiere cobrar lo que se me debe de cobrar. Mis deudas serán saldadas y lavadas con mi propia sangre, no dejaré rastro ni insertaré mis ideas. Creo estar conociendo todo. Y mi mente encuentra las últimas máximas en lo que sigue muriendo. Probablemente yo me haya quedado ahí tirado sintiendo como corría mi propia sangre y mojaba los suelos de tan extraños lugares. Empecé a perder las dimensiones del ayer, del hoy. Del tiempo, de la continuidad. Cayó como relámpago en mis ya muertos ojos la imagen el concepto, me encontré a mi mismo, atrás del arma que me había matado. Yo con mis acciones, mis comportamientos y mis conclusiones. Estaba ahí, me vi parado.
Muestra del miedo, los traumas, la indiferencia, la dañadez, el egoísmo, la intrascendencia, la falta de amor propio, la economía sentimental. Frente a frente penetraba uno la mirada del otro y todos esos sentimientos afloraban, no les gustaba verse fijamente porqué se daban cuenta de su situación y el conocimiento de la realidad en una relación como está es peligroso. En el ya común ambiente, bajo la tenue luz de cuatro velas colocadas en puntos estratégicos de la recámara, Felipe besaba, lamía y auscultaba meticulosamente a Magda unían sus cuerpos desnudos, sudorosos. Los olores que despedía la pareja cada vez eran más fuertes, el sudor, la saliva y otros fluidos se untaban por todo el cuerpo de los amantes. La escena duraba algunas horas, de estas sólo breves períodos eran para descansar, la fornicación tenía una cadencia hermosa, los gemidos, la respiración, el chaca chaca que provocaba el golpeo de los huesos púbicos o bien de las nalgas sonaba dando base rítmica al suceso. Orgasmos, orgasmos, orgasmos cada posición otorgaba placer inmensurable era lo que mejor hacían satisfacerse el uno al otro. La penetración era fuerte y violenta, el desgaste físico mucho. No había otra cosa que disfrutaran más que sentirse el uno dentro del otro vamboleandose cadenciosamente. El olor, el calor, la humedad, los sonidos, las luces. Se experimentaba sexo en el ambiente.
Lo comprobé. Yo, mi vida, mis acciones, los sucesos, mi comportamiento. Súbito exacto coordinado me encontré como verdadero culpable de mi muerte. Se vio todo ahí. Cada quien siembra lo que trabajó. Yo no trabajé. Hice trabajar a los demás. Exploté, mientras era explotado. Era justo todo, porque ha de ser injusto ahora. No lo es, yo merezco la muere que tengo. Yo me condené, era lo menos que podía recibir.
Me sentí satisfecho cuando, ya tirado en el suelo, nublado y ya casi totalmente muerto se aproxime. Aunque yo vi que me aproximaba yo, apuntándome con una arma. Me vi directamente en los ojos, como diciéndome tácitamente todas las cosas que me habían llevado hasta esa muerte. Recibí hasta con una sonrisa el último disparo. El olor a pólvora había penetrado con odio en mi nariz. Escuche un gran ruido, salto una pequeña llamita desde la boca del revolver. Sentí que el proyectil atravesaba mi cráneo, centímetro a centímetro mi conciencia fue muriendo, se fue esfumando. Hasta que se la llevó el viento, con las últimas palabras.


Epílogo en una frase

Regresó del baño exaltada sacó de su bolso un billete seguramente mayor a la cantidad a la que se elevaba la cuenta apresuro a Felipe vámonos rápido en el camino seguimos platicando que pasa a quien viste o que no ha nadie ya me enfadé tan de pronto ni siquiera pedimos la cuenta y el cambio no importa así déjalo estas segura no tragamos tanto vas a ver que si es muy caro mejor pedimos la cuenta o cual es la prisa de repente bueno nos vamos o me voy bueno vámonos gracias por la cena camino al carro sentían una opresión que se aliviaba caminando rápido subieron al auto las llaves encender esta frio vámonos pronto enciende carrito carro auto no me falles arranca acelera calienta que bueno que prendió primera adelante y el lugar va quedando atrás segunda se aleja a mayor velocidad neutral direccional vuelta a la derecha ya no se ve el restaurante dan algunas vueltas ambos extrañados enamorados impedidos de hablar en plenitud quien eres tu para mi quien soy para ti te importo quieres estar conmigo te gusta como soy me fascinas crees en algún tipo de nosotros estarías conmigo harías algo por ser especial para mi por ti hasta trabajaba me gustaría que viviéramos juntos ya sabes que no se puede explícame por qué nunca me has convencido vamos intentémoslo los dos juntos no se es que tengo pedo graves de que hablas yo he de ser una flor brillante somos dos en dos tu en mi y yo en ti estamos unidos en un hoyo y prefiere ahogarme contigo no quiero tu vida quiero tu atención tus ganas no nunca una sola cosa no podía asfixiarte y eso no sería bueno entonces que pasaban calles avenidas semáforos una calle medio sola que me quite las luces de encima este pinche ranchero direccional freno vuelta lenta que se frene el hijo de la chingada para que viene jodiendo a se prendió y se dio la vuelta este guey se está mereciendo una madriza me voy a para y si el ojete se baja no se la va a acabar el culero por manchado he de ser muy cabrón con un bastón que traiga me abre el cerebro pero no me va a azorrillar el puto me paro apago las luces para verlo se cierra frente a el carro ella está angustiada como paralizada no sabe si contárselo todo o asegurarse de lo que está pasando lo distingue por fin es Jorge al parecer muy dopado Felipe se baja con su altura suele impresionar a bastantes y si el sombrerudo no se veía manchado todo estaría bien el ranchero grita ¿tu eres Felipe? contesta ¿eres o no Felipe? protegida tras el auto grita no mames no le hagas nada ya me pegaste a mi que más quieres hacer eres o no hijo de la chingada miradas entrecruzadas a todas partes unos instantes muy breves si yo soy por qué es que a mi nadie me confunde mientras Felipe comprendía todo tres bolas hirvientes de plomo fundido le penetraban primero el abdomen los gritos histéricos de la mujer dolor en el pecho dolor de muerte explotan mis viseras el último ya casi ni lo escucho atravesó su cráneo que ya estaba en el suelo.

¿Fin?